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La atención

¿Por qué tenemos necesidad de atención?.
 ¿Qué efecto tiene la atención, tanto la que damos como la que recibimos, para ser un elemento tan deseado por todos nosotros?.
Todos deseamos atención, solo nos diferenciamos en que tan conscientes somos del hecho de que la buscamos. Desde una conversación hasta lo que publicas en tus redes sociales son “vías” por las que conduces la atención de los demás hasta ti. Importa poco si te la pasas publicando fotos de ti mismo o tus reflexiones, el propósito debajo de ambas es conducir flujos de energía hacia ti (obviamente hay diferencias, pero me estoy centrando en el elemento en común).

Se suele decir que donde va la atención va la energía, y también podemos agregar, tu tiempo y tu dinero. La forma en que están estructuradas las plataformas de información hoy en día tiene el propósito de captar y mantener secuestrada tu atención. Uno de los indicadores de “éxito” de ciertas plataformas es la cantidad de tiempo que pasas dentro de ella sin irte a otra similar.

La dinámica siempre es la misma, el recién nacido reclama la atención de sus padres, de niños luchamos por ser vistos, de adultos sentimos la necesidad de ser escuchados y también de ser reconocidos por lo que hacemos y logramos. Lo que soy tiene un valor por sí solo, pero aun así necesito que un observador lo esté mirando, porque parece que cobrará un valor agregado solo cuando otro lo nota.

La mirada de otro me ayuda a descubrirme, pero también a construirme. Estamos en relación de interdependencia con todo lo que existe, estamos constituidos con elementos no-yo. Es así como una planta de tomate está formada por elementos que no asociamos directamente a una planta de tomate, pero sin los cuales dicha planta no existe. El agua, el suelo, la luz del sol, ciertamente no “son” una planta de tomate, pero sin esos elementos la planta de tomate no es. Así como los tomates, nosotros también estamos constituidos por elementos no-yo, ciertamente están los elementos químico-biológicos, pero quizás uno de los más importantes desde el punto de vista de nuestra psicología sea el elemento “la mirada de otro”, la atención que recibimos de los demás. 
 El elemento “la mirada de un otro” es una parte tan importante de lo que nos configura, que cuando sufrimos la carencia de este elemento puede que luego lo busquemos compulsivamente, organizando toda nuestra actividad en torno al propósito de solo “llamar la atención”.

Si cae un árbol en medio de un bosque y no hay alguien ahí para observar que cae ¿realmente cayó? Es evidente que las cosas son lo que son más allá de nuestra percepción de ellas, y si bien haya algo de cierto en que la participación de un observador modifica en algún grado lo que está pasando, llevar esa idea al extremo de decir que “tú creas tu realidad” es caer en la arrogancia. El árbol que cae en el bosque sin que nadie lo mire caer efectivamente cae, pero como no había nadie mirando, lo que quizás no ocurrió fue que no se desencadenó una serie de efectos que se hubieran derivado del acto de ver caer un árbol, como pudiera ser por ejemplo una reflexión sobre la impermanencia, la ecología o los efectos de la deforestación. Pero aún en ausencia de esa cadena de reflexiones que se hubieran producido si hubiera habido ahí alguien observando, el árbol cayó. En el “mejor de los casos” tú creas los sesgos a través de los cuales experimentas la realidad (en el peor de los casos esos sesgos los crea otro para ti), pero debajo de los filtros a través de los cuales elijes ver lo que pasa, la realidad sigue ahí. Por ejemplo, ningún ápice de dolor y sufrimiento deja de existir porque tú elijes “pensar positivo”, solo dejas de darles tu atención. Esto ciertamente te puede permitir experimentar de manera distinta ciertos sucesos dolorosos, pero no suprimirlos ni eliminarlos. Solo agregaste un filtro perceptivo, y eso no es “crear tu realidad”, de hecho es más cercano a vivir en una “burbuja perceptiva” que te dificulta percibir la realidad tal cual es.

La realidad es lo que es, pero dentro de toda esa gama de posibilidades yo alimento aquellas a las que les brindo mi atención. Ninguna de las otras posibilidades ha dejado de estar ahí, y es probable que para muchas otras personas, eso que yo elegí no alimentar sea para ellos toda su realidad, y viceversa. En cualquier caso, insisto, no estoy creando la realidad, solo estoy poniendo algunas cosas en primer plano mientras relego otras al fondo. El gran problema que tenemos es que vivimos inmersos en el sesgo, y lo que en realidad es mi “burbuja perceptiva” es lo que yo termino tomando por la totalidad de la realidad. Pero para no ser completamente injusto con esta última idea, es preciso decir que si bien las cosas son lo que son y que tú participación/observación quizás solo modifica una pequeñísima parte de un esquema predeterminado, a veces ese “poco” lo cambia todo, y mucho. Y es justamente a través de dirigir conscientemente tu atención que puedes hacer esas pequeñas/grandes diferencias (pero insisto: una cosa es darle atención a ciertas cosas en desmedida de otras construyendo una burbuja perceptiva para “mejorar tu vida”, y la otra es acercarse a percibir la realidad tal cual es, lo que tiene poco que ver con “mejorar tu calidad de vida”).

La atención tiene la capacidad de dirigir hacia dónde va la energía. Un jugador de futbol que siente el torrente de energía de los cánticos de la hinchada se impregna de ese flujo y eso puede tener un efecto concreto en el desempeño del equipo. Esto último ocurre también a escalas más pequeñas, como cuando estás haciendo algo frente a una persona que respetas y de pronto te sientes más seguro, respaldado y hasta inspirado, lo cual nuevamente modifica tu desempeño. ¿Cuántas cosas que terminaron siendo de muy buena calidad las hiciste solo para impresionar a alguien? ¿Cuántas veces te esforzaste en crear un mejor producto o en mejorar tu desempeño solo porque alguien que para ti es importante estaba ahí mirándote? Y esto último también es cierto en la otra vía: tú puedes bendecir a otro con el regalo de tu atención. Con tu participación atenta, con tu presencia, muchas veces puedes inspirar a alguien que está llevando a cabo un proyecto. Si aportas tu presencia y atención, inevitablemente aquello que miras toma fuerza. También hay un muy buen ejemplo en el otro extremo: es notorio cómo cambia nuestro comportamiento cuando sabemos que “nadie está mirando”, y también como se coarta nuestra expresión cuando no sabemos si alguien nos puede estar observando o no en un momento dado. Hay cosas que necesitan de cierta intimidad, cosas que solo hacemos cuando estamos completamente seguros de no estar siendo observados, y no son solo cosas vergonzosas o “inmorales”, hay toda una gama de comportamientos que tienen mucho que ver con nuestra expresión creativa que nos atrevemos a desarrollar solo en soledad. Así que ese influjo de la atención se expresa tanto cuando la anhelamos como cuando no queremos llamar la atención en absoluto.

Si estás consciente de que allá afuera la guerra es por tu atención, pondrás más cuidado al momento de elegir que alimentas con ella. Tu atención es como el timón de un barco; la nave completa, con su tripulación, pasajeros y carga irá a donde ella se dirija. Conduce bien tu nave.

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