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Cómo hacer estallar las emociones... sin que te estallen

¿Sientes ira, angustia, miedo, cólera, pena? Sí, pero también la necesidad de que estas emociones no afloren para que ninguna de ellas enturbie tu ‘imagen social’ de ganador. La que pretendes para ti y con la que te engalanas ante el resto.

¿Cómo vas a mostrar debilidad tú, que eres ejemplo de fortaleza? ¿Cómo vas a mostrar tristeza tú, que eres ejemplo de alegría? Pero, al final, cuando estás a solas contigo mismo (en los minutos escasos que te lo permites) sientes la angustia de esa incoherencia entre lo que PIENSAS, lo que SIENTES y lo que HACES y DICES. Un vacío que te engulle y que tienes que llenar con lo que sea.

Esas emociones que reprimes te están convirtiendo en esclavo. En esclavo de tu ego. El ego es esa creación tuya a la que has otorgado el poder de un ‘dios’ y que nunca te va a permitir expresar lo mal que te encuentras porque eso te haría ser ‘menos que el otro’. Te habla y tú le escuchas… y le obedeces.

Vamos a contarte que detrás de la ira, la cólera, la tristeza, el miedo… está el tesoro que buscas. Cuando estallas, liberas. Cuando reconoces, creces. Cuando te permites, eres. Disciplinas como el Budismo y la Meditación Vipassana llevan mucho tiempo enseñando cómo liberar y liberarte. Autoconocerte y autosanarte. Mantener a raya al ego en tan transcendental capítulo.

Si nos acompañas en este viaje, si te embarcas con nosotros, intentaremos acercarte a este puerto: el del OBSERVADOR CONSCIENTE que ve y va más allá de sus emociones.
Iniciamos singladura. Vamos.

EL ORIGEN DEL SUFRIMIENTO
Buda, en las ‘Cuatro Nobles Verdades’ habló sobre la existencia del sufrimiento. El sufrimiento, indica su enseñanza, no puede ser detenido a menos que se suprima su causa y, para hacerlo, es necesario ir más allá de la apariencia, escudriñar, investigar el motivo.

Imagina que estás ante cualquier problema rutinario, diario. En tu casa, tu entorno social, tu trabajo… ¿Qué haces? Básicamente, intentar ir al fondo de la cuestión; comprobar de dónde parte todo, hallar el origen del ‘desequilibrio’ que te afecta. Pues Buda plantea más o menos lo mismo: en ti, ve más allá de la apariencia. Y esa ‘apariencia’ es la emoción.

El análisis de la mente humana desde la tradición budista es el análisis de las emociones. Cuando achacas al otro la causa de tu cólera estás errando el tiro. Tu cólera parte de ti y guarda estrecha relación con lo que te dices a ti mismo sobre lo que tú eres: EGO.

Comprueba qué sientes al leer estas palabras:
Sólo ocasionalmente podemos evitar que las circunstancias externas sucedan, pero siempre podemos cambiar nuestro modo de reaccionar ante ellas si miramos más allá de las causas (el jefe irrespetuoso, la pareja egoísta, las personas molestas…) y examinamos por qué la emoción perturbadora aflora cuando esas circunstancias están presentes. Es inútil pensar que actuando sobre nuestro entorno exterior conseguiremos nuestra propia felicidad, esto es completamente imposible. Lo único que podemos hacer para proteger nuestra felicidad es modificar nuestra mente (Budismo Tibetano)

Budismo, sí; pero muchas otras disciplinas, textos… te dirán lo mismo que, posiblemente, es lo que no quieres oír: tienes que empezar a conocer a ti mismo, a contarte las verdades sobre ti que no quieres contarte y, desde luego, a permitir que esas emociones afloren… y exploten.
La represión sólo conduce al estallido posterior y, desde luego, al enquistamiento en forma de enfermedad. Te estás mintiendo y eso te está dañando. Empieza a ser honesto para sanar, ¿no te parece?

¿QUÉ HACER CON LAS EMOCIONES? ¿CÓMO ESTALLAN?
El ego no quiere que llegues al fondo de nada; mucho menos al fondo de ti mismo. La pantalla que te pone delante para ‘impedirte el paso’ (la que nos pone delante) es la emoción negativa: sentir el miedo, sentir la cólera, sentir la tristeza, sentir el dolor, sentir la rabia, sentir los deseos de venganza, sentir los celos, la envidia… permitirte sentir (algo que te aterra y te pone en evidencia ante el resto… o eso crees). Ojo: sentir, no recrearte en esa emoción. Verás:

Ante una emoción, el primero que debe tomar el mando es el OBSERVADOR CONSCIENTE que nada tiene que ver con el ego. El observador consciente (que es tu Ser) es el que observa únicamente, no juzga, no analiza, no clasifica y, desde luego, ni se culpa ni culpa, ni castiga ni se castiga. Es eso que está más allá de lo que tú piensas que eres. Sí: eso que sabes que tienes dentro y que tal vez llames ‘intuición’.

Hacemos uso ahora de una técnica milenaria de liberación: la Meditación Vipassana. Utilizamos la enseñanza del maestro tailandés Dhiravamsa y de cómo plantea él trabajar la ira, la cólera (por ejemplo):

Cuando nos sentimos enfadados o surge la emoción de la ira por alguna razón, o por ninguna, prestemos una atención vital a ello sin juicios, justificaciones o racionalizaciones; simplemente estando con ello, permitiendo que alcance la plena consciencia y experimentándolo totalmente.
Con este modo de tratar y afrontar la pasión de la ira, debemos también estar libres de cualquier idea, ya sea de expresarla o controlarla, simplemente dándole permiso para que fluya y surja a través de nosotros sin restricción alguna, como si nos viéramos totalmente vivenciados por la misma ira. En este periodo vivencial estamos totalmente despiertos y observamos todo lo que se presenta a la experiencia.

Y ese ‘todo’ que puedes experimentar es dolor, frustración, agonía, ahogo, golpes de calor, ardor fuerte… Reacciones de tu mente y de tu cuerpo que salen al ‘abrir la espita’ y con las que no te identificas. El OBSERVADOR CONSCIENTE las mira y las permite pasar SIN MIEDO.

¿QUÉ SUCEDE DESPUÉS?
Nada más y nada menos que la libertad, que llega de la liberación. Serás capaz de ver (sin mentiras) lo que había más allá de la emoción y te darás cuenta de su enseñanza. La que el ego no quería que aprendieras.

Es todo lo contrario a lo que sucede cuando te identificas con algo, con una emoción, con alguien o con cierta situación que te dañó. La persona real no está ahí: ahí lo que está es un PATRÓN, una energía específica de la personalidad que está a cargo de la vida de esa persona (o de ti) en un determinado momento. Tu ego mira a otro ego; ahí no hay consciencia, no hay autoconocimiento, no hay auto-observación. No es más que la pescadilla que se muerde la cola y la cadena del dolor y el sufrimiento, que prosigue sin cesar.

Asegura Dhiravamsa lo siguiente: “En un principio, se necesitará algún esfuerzo y perseverancia para que esto funcione; pasado un tiempo, el funcionamiento del ‘sí mismo observador’ se volverá natural y no precisará de esfuerzo. Podremos comprobar la diferencia tras, más o menos, una semana de practicar la autoconsciencia“.

Y ‘autoconsciencia’ es dedicar un tiempo al día a observar las emociones, a permitir que salgan, a atrapar el momento y ver, sin juicios, lo que éste te dice y lo que en él sucede. Mantener la plena atención y no dejarnos dominar por la cháchara mental y por los cuentos que nos contamos a raudales desde el ego.

Ser libres o ser esclavos: ésta es la elección. La sabiduría, el fundamento:
Escojamos mantenernos despiertos y observar, o seguir durmiendo con los patrones de condicionamiento de nuestro ego y, por lo tanto, psicológicamente hablando, narcotizados a perpetuidad (Dhiravamsa)

¿No será la felicidad que buscas lo que está más allá de lo que te mantiene atrapado? Piénsalo.
En el camino, nos vemos navegante, compañero.

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