Ocurrió hace mucho, mucho tiempo. Antes de que supieras quién eras, incluso antes de que te conocieras.
Viniste al mundo feliz, limpio.
Primero, tu alma eligió tu cuerpo porque deseaba seguir aprendiendo.
Eligió también la familia donde naciste porque serían ellos quienes te llevarían al abismo donde un día te encontraste.
Durante un tiempo te convertiste en un juguete para ellos. Se reían contigo y se sentían queridos
Pero un día, empezaste a hablar y a caminar. Y así, empezaste a pensar por ti mism@.
Fue entonces cuando todo cambió. Papa y mamá se enfadaban porque hacías cosas que ellos no entendían. Te regañaban y te decían que eso no se podía hacer.
Te prohibían, te comparaban y te limitaban. Cada día se hacía una herida más grande en ti.
Pasaron los años y la herida fue cubriéndose con máscaras, disfraces, modas, creencias, pensamientos, nuevos amigos, nuevas experiencias.
Pero siempre que abrías los ojos te asustabas a ver que nada había cambiado, tu herida estaba ahí.
No te gustaba nada en la vida, tenías problemas económicos, te relacionabas con personas tóxicas, enfermabas con facilidad, te deprimias y te frustrabas. Te creías ser mejor que otras personas incluso te gustaba llamar la atención constantemente. No te gustaba estar solo porque te daba miedo encontrarte sin máscara ni disfraces.
Así ha pasado tu vida, así vives tu día a día hasta que te haces la pregunta.
¿Quien soy? ¿Que he venido a hacer aquí? ¿Estoy siendo sincer@ conmigo mismo? ¿Quiero mejorar? ¿Que es lo que necesito realmente?
Comienza con un paso lento pero firme. Las respuestas están ahí para ti. Una vida mejor esta ahí para ti. Solo tienes que quitarte las máscaras que un día te creaste.
Comentarios
Publicar un comentario