Si tu eres el observador(a), cualquier posibilidad que viva el personaje que representas formará parte de un guión de telenovela, donde pretenderemos tener una vida que al mismo tiempo "como observadores ya tenemos", más allá de las trifulcas, deseos, anhelos o pretensiones de ese personaje programado que todo el tiempo "solo pretende", o busca, o "quiere para sí mismo", algo que jamás podrá solucionarse desde "ese sí mismo proyectado al exterior" puesto que nada habrá de solucionarse realmente ahí afuera.
En la pretensión de decidir qué hacer, o qué vivir, o qué ser, o quién ser, se encuentra nuestro primer y último escollo, pues continuamos en la debacle existencial que supone vivir el miedo al fracaso, o a la frustración, (lógicamente), o a la soledad, o a cualquier cuestión basada en el miedo en general, y en las ansias de una máscara del ego (o entidad ocupacional) que necesita provocar dudas, haciéndonos creer que "algo nos falta", para sostener así su propia consistencia energética, tan ilimitada como posesiva y esquiva.
Es pararse en seco.
Soltar toda pretensión de decidir nada, (ya que desde la programación somos incapaces de tomar una sola decisión consciente) y comenzar, desde ya, a vivir nuestra vida real, que nada tiene que ver con nada de todo eso.
Y ese "comenzar desde ya", empieza ahora, en este mismo instante, pues en cuanto tú te pares podrás "vivir" (conocer) todas las realidades alternativas que "por el simple hecho de pararte", (en la observación), comenzarán a desplegarse ante ti como opciones infinitas, todas válidas y ninguna por sí misma suficiente.
José Vaso
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