“Sin ti, no puedo vivir”.
“Tú me completas”.
“Sin ti, no soy nada”.
“Nunca me vayas a dejar”.
Te vendieron una hermosa mentira sobre el amor.
Y en tu inocencia, compraste la mentira, la tomaste como verdad. Porque todos a tu alrededor estaban haciendo lo mismo, y querías encajar, y sentías miedo de estar solo, porque nunca te sumergiste en la alegría oceánica de tu propia soledad para encontrar la seguridad allí.
Nadie viene a salvarte, ya ves. No hay ningún príncipe a caballo, ninguna Julieta. Ninguna madre sustituta. No existe "Una Persona Especial". No hay ningún mesías que venga a quitarte el dolor, tus sentimientos de vacío, ese sentido de separación y abandono que te ha acompañado desde que eras joven. Nadie será capaz de sentir y metabolizar tus sentimientos por ti. Nadie puede vivir ni morir por ti. Nadie tiene el poder de distraerte permanentemente. Nadie puede apropiarse de ti o ser de tu propiedad.
Tu otra mitad, tu realización, no está allá fuera, ya ves, sino en lo más profundo de ti. Ella vive como tu propia presencia, arde como el Sol dentro de ti.
Muchas personas están buscando amor. O están tratando de aferrarse a un amor que parece escaparse de entre sus dedos. O sienten que han perdido el amor, y están tratando de recuperarlo, huyendo de los sentimientos desagradables que implica una separación, adormeciéndose con más sueños, alejándose cada vez más de sí mismos, buscando algo que nunca encontrarán, soñando aún con "Una Persona Especial" que los complete, que les ofrezca una vida de seguridad psicológica, que sea la perfecta madre o padre que nunca tuvieron en la Tierra. Por supuesto, eso no es amor. Eso es miedo, una huida inminente de la soledad.
El mito más peligroso que hay es el que dice que otra persona puede 'hacerte' feliz. No, no. La felicidad, la verdadera felicidad, la clase de felicidad que no puede comprarse o venderse o empacarse sofisticadamente, es idéntica a tu presencia, algo que nadie puede darte, y nadie puede quitarte. Si buscas a alguien más para conseguir felicidad, siempre dependerás de él, siempre sentirás miedo de perderlo, y el temor y el resentimiento retumbarán por debajo de tu 'amor'. Te acostumbrarás a complacerlo, adormecerás tus pensamientos y sentimientos, cerrarás tus ojos a la verdad y vivirás en la fantasía y en la esperanza. Te harás infeliz para ganar su amor, para mantenerlo a tu lado, para controlarlo. Te harás infeliz tratando de hacerlo feliz... o forzándote a ti mismo a ser feliz. Eso no es amor, es adicción a una persona. Es miedo disfrazado de 'romance'. Esta es la mentira.
Pero subyacente a cada adicción está el anhelo por llegar a casa, por la Madre, en el sentido más profundo de la palabra. Encuentra el sentido más profundo de casa dentro de ti mismo, entonces. Haz de tu cuerpo tu hogar, de tu aliento y tu vientre, a medida que se elevan y relajan en este momento presente. Encuentra tu suelo en la sensación de estar vivo. Y en ese lugar de presencia, pasa el tiempo con quienes te nutran, con quienes te ayuden a sentirte vivo, con quienes resuenes y sean capaces de validar tus preciosos sentimientos. Cuando no tratas de ganar amor, cuando no huyes de tus propios sentimientos dolorosos, puedes darte el lujo de amar y ser amado verdaderamente.
Invita a los demás a tu campo de amor; deja que se queden, deja que se vayan, honra su camino y recorre el tuyo con valentía. Pero ni por un momento compres la mentira de que la salvación se encuentra en cualquier lugar excepto en el corazón de tu exquisita presencia, en el lugar donde no hay nadie que pueda ser salvado. El lugar en donde tocas la vida, y en donde eres tocado a cambio, momento a momento...
Porque tú eres El Indicado, El Uno, tu mejor amante, compañero, amigo, gurú y Madre.
Y así puedes decirte a ti mismo:
“Sin ti, no puedo vivir”.
“Tú me completas”.
“Sin ti, no soy nada”.
“Nunca me vayas a dejar”.
"Jeff Foster"
Comentarios
Publicar un comentario